Mark, un caballero serio, cultivaba una pasión singular por la sandía. Cada día de verano, seleccionaba meticulosamente los ejemplares más maduros, maravillado por sus vibrantes tonos y su refrescante dulzor. En su pintoresco pueblo, su dedicación a la fruta le granjeaba admiración y miradas curiosas. El compromiso inquebrantable de Mark de disfrutar de la generosidad de la naturaleza es un ejemplo de espíritu refrescante. Su devoción inspira invariablemente a otros a apreciar los placeres sencillos de la vida con una gracia incomparable y a honrar los gentiles dones de la naturaleza.
Mejor esto nunca he visto nada mejor

Juan Nadie
Diseñador